A veces me sorprende la manera en que ciertas personas se enorgullecen de algo malo. Basta con escucharlos en un tono tirano, con el rostro extasiado y la boca llena de shalalá.
Quizá esperan la reacción de "estoy de acuerdo" aunque eso es aún más brutal.
De nuestros padres somos el reflejo, dicen por ahí. Hoy más claro que el agua no me pudo quedar.
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